Ya hace un año que el Covid llegó a nuestro mundo.
La mayoría pasamos por distintos estados; sorpresa, negación, duda, tristeza, enfado, adaptación…
El final ni termina de vislumbrarse, ni se sabe cómo va a ser, llevándonos a incorporar o aumentar las sensaciones de depresión, desmotivación y bloqueo físico-emocional. Tenemos la percepción de encontramos perdidos y, muchas veces, no tener el control de nuestras propias vidas.
De nuevo nos hemos sumergido en otra ola, la tercera y nos preguntamos: ¿Cuándo llegarán las olas a la costa y tendremos el silencio y la calma de la bajamar?
La verdad es que nos sentimos como una ola en un mar de tormenta, meciéndonos a merced del tiempo.

Lo único constante es el cambio. Heráclito
Lo cierto es que lo único que permanece es el cambio, lo hemos oído muchas veces, aunque se nos olvida, sobre todo a los que vivimos en una situación de “cierto bienestar” donde las guerras, los conflictos bélicos, las hambrunas, las pandemias…, les suceden a otros y no a nosotros.
Llegó el COVID y nos azotó a todos por igual, sin aviso ni preparación, cambiando de manera radical e inesperada nuestra realidad.
Y no llegó solo, sino que vino acompañado de dos asiduos compañeros; la incertidumbre y el miedo, que se han ido retroalimentando entre sí y que además han crecido aún más porque se han nutrido del tiempo y de las ingentes informaciones dramáticas y, a veces sesgadas.
Es como si el virus, tanto los que lo han tenido como los que no, se hubiese apoderado de todos y nos estuviera minando poco a poco, afectando a nuestra salud física, social y psicológica:
- Estamos padeciendo problemas físicos como dolores de cabeza, musculares, estomacales, problemas cardiovasculares, dermatológicos… Algunos siguen haciendo ejercicio, otros nos hemos cansado. En definitiva, sentimos que nuestro cuerpo se está quejando cada vez de más molestias.
- Nuestras relaciones sociales y familiares se están reduciendo o casi desapareciendo. Empezamos ilusionados utilizando la tecnología, pero con el paso del tiempo esto también está cayendo en la desidia.
- Nos sentimos solos, abandonados, tristes, apáticos, bloqueados, desmotivados, desilusionados... Al principio, muchos de nosotros vimos la posibilidad de hacer un viaje fantástico al centro de nuestro interior, pero la pandemia está durando demasiado y ya vemos flaquear también el interior, nuestros propios recursos, nuestro potencial, nuestra alegría, en definitiva nuestra salud psíquica.

¿Ahora qué puedo hacer?
Y nos encontramos preguntándonos “¿Ahora qué puedo hacer?”, sin saber qué responder, dando vueltas y vueltas a la pregunta, como el ratón en la rueda de su jaula, sin hallar ninguna solución mínimamente convincente y que nos haga sentir mejor.
La psicología, el coaching y el mindfulness, son alguna de esas disciplinas que te pueden ayudar ahora porque:
¡Es el momento de llevar nuestra mirada hacia la salud física, psicológica y social!

Lola Izquierdo Maire
Desde Fisioincorpore, podemos ayudarte.
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